29 oct 2012

Las hormiguitas

Se van muriendo los viejitos hijos de puta,
y claro, ya tienen como ochenta, ochenta y cinco,
tenían alrededor de cincuenta
en el tiempo en que todo se estaba por hacer,
y el futuro era impaciencia de luz
que se agita con loco frenesí en la esquina del mundo,
ellos cincuenta, nosotros veinte,
ellos en el poder, nosotros en el desamparo,
ellos en cuarteles y oficinas de gobierno,
allí donde se diseñaban con esmero de escuadra
y obsesión de plumín
los modos cristianos y limpios de morirnos.
Ellos, absurdos serafines lameculos de occidente,
nosotros, pobres diablos, diablos pobres,
corriendo como hormigas marroncitas
en una llanura sin fin de papel blanco,
listos pa'l amasijo facilongo.
Terrible el escarmiento
por mostrarles los dientes de hormiguitas.
Terrible.
Y sin embargo, ah sin embargo, compañeros,
eramos tan felices las hormigas.
Y ahora tenemos alas de gorriones.


Horacio Sacco

29/10/12

22 oct 2012

21 de octubre


Ha llovido a mares sobre la ciudad mugrienta,
pero el agua no ha lavado la angurria de los que tienen todo
ni la desesperanza de los que nada tienen,
han crecido yuyitos procaces en las macetas a la buena de dios
y hay una mariposa crucificada entre gotitas de agua,
la vecina gris ha colgado una alfombrita gris en un balcón gris,
ningún sol acaricia,
la radio dice que mañana será otro día, que bueno,
que qué le vamos a hacer,
la tele se apaga sola, de vergüenza,
un pájaro se emperra en cantar desafinado y torpe, muy lejos,
la autopista se duerme acunada entre bocinas y motores,
atardece,
una estrellita flaca pregona que al fin y al cabo
todo será igual, la noche, el día, el deseo, la muerte,
dicen que Bianchi no será técnico de Boca,
que nos devolverán la fragata Libertad,
nunca pisé la fragata Libertad,
dicen que descubrieron la Atlántida bajo el fondo del mar,
dicen que el año que viene será mejor que este,
dicen que inexorablemente se alargarán los días,
que se achicarán los sueños,
que no se descubrió la pastillita contra el odio,
que la tasa de interés interbancaria está bastante bien,
y yo acá, muriéndome por vos.


Horacio Sacco

12 oct 2012

Elogio de la mujer chiquita

Por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita

Quiero abreviar, señores, esta predicación
porque siempre gusté de pequeño sermón
y de mujer pequeña y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.
De quien mucho habla, ríen; quien mucho ríe es loco;
hay en la mujer chica amor grande y no poco.
Cambié grandes por chicas, mas las chicas no troco.
Quien da chica por grande se arrepiente del troco.

De que alabe a las chicas el Amor me hizo ruego;
que cante sus noblezas, voy a decirlas luego.
Loaré a las chiquitas, y lo tendréis por juego,
¡Son frías como nieve y arden más que el fuego!

Son heladas por fuera pero, en amor, ardientes;
en la cama solaz, placenteras, rientes,
en la casa, hacendosas, cuerdas y complacientes;
veréis más cualidades tan pronto paréis mientes.

En pequeño jacinto yace gran resplandor,
en azucar muy poco, yace mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy gran amor,
pocas palabras bastan al buen entendedor.

Es muy pequeño el grano de la buena pimienta,
pero más que la nuez reconforta y calienta;
así, en mujer pequeña, cuando en amor consienta,
no hay placer en el mundo que en ella no se sienta.

Como en la chica rosa está mucho color,
como en oro muy poco, gran precio y gran valor,
como en poco perfume yace muy buen olor,
así, mujer pequeña guarda muy gran amor.

Como rubí pequeño tiene mucha bondad,
color, virtud y precio, nobleza y claridad,
así, la mujer pequeña tiene mucha beldad,
hermosura y donaire, amor y lealtad.

Chica es la calandria y chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan que otra ave mayor;
la mujer, cuando es chica, por eso es aún mejor,
en amor es más dulce que azucar y que flor.

Son aves pequeñuelas papagayo y orior,
pero cualquiera de ellas es dulce cantador;
gracioso pajarillo, preciado trinador,
como ellos es la dama pequeña con amor.

Para mujer pequeña no hay comparación:
terrenal paraíso y gran consolación,
recreo y alegría, placer y bendición,
mejor es en la prueba que en la salutación.

Siempre quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!


Fuente: Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Editorial Castalia, Valencia, 1973. Existen tres copias manuscritas: el códice T, por haber pertenecido a la catedral de Toledo, que corresponde a la primera edición de 1330, que actualmente está en la Biblioteca Nacional; el códice G por ser su propietario Benito Martínez Gayoso, también de la primera edición, custodiado en la Biblioteca de la Real Academia Española de la Lengua; y el tercer manuscrito, llamado S porque perteneció al Colegio Mayor San Bartolomé de Salamanca, que corresponde a la segunda edición (1343) y que actualmente lo guarda la Biblioteca del Palacio Nacional de Madrid.

Se carece de noticias ciertas acerca del nacimiento y muerte de Juan Ruiz, uno de los hombres mas ilustrados de su tiempo. Parece ser que nació en 1283: según algunos investigadores en Alcalá de Henares, en Guadalajara según otros y una tercera corriente se inclina por Hita. En cualquier caso lo cierto es que el Arcipreste de Hita es el lírico mas sobresaliente del mundo medieval. El Arzobispo de Toledo le encomendó fiscalizar la vida de los clérigos de Talavera, misión que cumplió de forma tan desafortunada que el arzobispo lo encarceló en el convento de San Francisco de Guadalajara. En sus escritos hizo una sátira feroz al clero de su época y aprovechó el tiempo de prisión para escribir el Libro de Buen Amor, en el cual algunos investigadores han pretendido ver un retrato de su autor.

3 oct 2012

Juan Manuel Inchauspe (1940-1991)

LOS TUYOS


Has llorado, en secreto, a los tuyos
Lenta, inexorablemente, los has visto partir
alejarse para siempre.
Has sentido, en tu corazón
el desprendimiento de una rama que cae.
Y luego has borrado
las huellas de esas lágrimas,
has contenido en el límite infranqueable
los bordes de tu propio dolor
y lo has devuelto a tu pobre vida,
a los días siguientes, a las horas
para que permanezca allí.
Oculto
como una invisible y constante
cicatriz.


HE TRATADO DE REUNIR PACIENTEMENTE

He tratado de reunir pacientemente
algunas palabras. De abrazar en el aire
aquello que escapa de mí
a morir entre los dientes del caos.
Por eso no pidan palabras seguras
no pidan tibias y envolventes vainas llevando
en la noche la promesa de una tierra sin páramos.
Hemos vivido entre las cosas que el frío enmudece.
Conocemos esa mudez. Y para quien
se acerque a estos lugares hay un chasquido
de látigo en la noche
y un lomo de caballo que resiste.


ESTA MAÑANA

Esta mañana al despertar
al abandonar el lecho de cenizas del sueño
me incliné como siempre en el jardín
pero no encontré la ayuda de mis palabras.
Quise saber por qué las aguas de aquella mañana
iban por encima de mí
más lejos de lo que yo esperaba
pero no encontré respuesta. En el lugar
donde todos los días mi rostro va a reflejarse
encontré una piedra oscura
de afiladas puntas.


NO TENÉS NADA MÁS

No tenés nada más que palabras
y decir esto
y decir que eliminaste los límites
entre el ser y no tener
es casi decir lo mismo.

Trabajás con nada.
Escribís sobre el vacío.
Frente a la rugosa realidad
tus herramientas se deshacen.

Asomado a una noche extraña
arrasada por los vientos
poblada de estrellas furiosas
que una vez dictaron a otros hombres
los nombres de fuego de Arturo
la Osa y el Centauro:
tu lengua sin cielo
tiembla
y se retuerce.


ENCADENADO A ESAS PALABRAS QUE NO VIENEN

No es fácil estar sentado aquí
esperando que las palabras vengan al fin
a sacarnos de este vacío donde sudamos
un áspero y conocido perfume a soledad.

No se puede esperar demasiado del tiempo.

En el patio observo
la línea de la mañana. El viejo sol
con una paciencia infinita trilla
lentamente la flamante llanura.

En este mes de septiembre
entro en mi trigésimo qué?

La gata de casa
semidormida
se revuelve voluptuosamente sobre el pasto:
con los ojos entreabiertos, indiferentes hacia afuera
como si gozara íntimamente con algún secreto
que yo no tengo
parece no importarle demasiado
mi desprotección.

Adentro
mi hijo pequeñito duerme todavía
duerme y sueña y vuela.
Yo en cambio sigo aquí
encadenado a esas palabras que no vienen.


LA ARAÑA

La veo asomarse en el orificio de un tronco podrido.
¿Cuál es, exactamente, su mundo? No lo sé.
Quizás sea ese tenso cordaje
entre ramas y hojas,
sobre el cual pretende ahora avanzar.

Alrededor nada se mueve.
Pero ella debe haber escuchado un oscuro llamado:
¿Mide realmente
la distancia que la separa del centro?
¿O se siente poderosamente atraída
por ese vacío cargado de peligros?
Como nosotros, a veces, en medio de la oscuridad
y de las palabras,
ella, la araña, emerge de pronto hacia la luz
y se aquieta de golpe
atenta a todas las vibraciones
de la red.


TRABAJO NOCTURNO

Temprano
esta mañana
encontré en el patio de casa
el cuerpo de una enorme rata
inmóvil.
Moscas de alas tornasoladas
zumbaban alrededor del cadáver
y se apretaban en los orificios de unas heridas
que habían sido sin duda mortales.
Con bastante asco
la alcé con la pala y la enterré
en un rincón alejado
del jardín.

Al volverme
desde el matorral de hortensias florecidas
emergió mi gata dócil
desperezándose.
Su brillante pelaje estaba todavía
erizado por la electricidad de la noche.
Me miró
y después comenzó a seguirme
maullando suavemente
pidiéndome -como todas las mañanas-
su tazón de leche fresca
y pura.